lunes, 3 de noviembre de 2008

Vacaciones - 2 capitulo -

Estación Madrid

Maldito sea el tren que llego con un retraso de 15 minutos y que me obligo a ir corriendo al baño a armarme un porro deprisa y corriendo.
El tiempo justo para luego de hacer el check in darle unas cuantas caladas a ese porro mal hecho.
Pareciera como si una nerviosa Madrid te obligase por huevos a seguir su frenético ritmo.
Por un momento echo de menos la paz salmantina, pero para que preocuparme? Si las pocas caladas que le di a las puertas del tren con destino Alicante, con destino a mis amigos y unas cuantas cervezas, han sido suficientes para sonreír.
Con Madrid nunca nos terminamos de llevar bien.
Algunas veces por falta de tiempo, otras simplemente porque no apetecía, pero todavía no sabemos lo que es conocernos.
Supongo que será esa una de esas cosas pendientes en esta vida. Pero no por eso despreciar esos encantadores momentos en los que cual rata me escabullo en las calles de Madrid, casi violándola, casi invisible.
Guarda este Madrid también algún que otro rincón personal, pequeñísimo e infame, pero ahí, oculto en alguna parte habita un Madrid que ya hice mío.
Esta vez, Madrid, ha de disculparme. No es por descortesía, que bien sabe ella que disfruto visitándola, pero esta vez no he podido mas que saludarte a la distancia. Ni siquiera pude darle dos besos a mi querida Elena. Apenas te dejo un hola y un hasta luego. No es por preferencias, pero mi destino es otro, tengo que escribir un par de historias, recordar otras tantas.
Ya nos volveremos a ver, Madrid.
El tren ya se mueve. Parece tener vergüenza de irse así sin despedirse y por eso me saca de tus venas oculto en negros túneles.
Demasiado soles trae este sol y yo al lado de la puerta de salida.
Comer algo me vendrá bien.







Alicante, plenilunio y preludio.

Por dentro un volcán en plena erupción.
Ya estaba cerca, tantas horas en el tren valieron la pena.
Por accidente apago el móvil para luego no recordar el pin.
Tan solo tenia una hora para buscar una tienda de Vodafone para que me dieran la maldita clave y así poder llamar a Maxi y Anya que me esperaban en Torrevieja.
Solucionado el percance del pin gracias a una comprensiva persona de atención al cliente de mi compañía telefónica.
No quería reconocerlo pero estaba atacado de los nervios.
Todo el maldito viaje pensando en una situación de reencuentro.
El trayecto entre lo que es Alicante y Torrevieja no es muy largo, pero lo suficiente como para que uno se ponga a divagar mentalmente sobre mas de una estupidez sin mayor trascendencia.
Observe la luna que se mostraba insultantemente bonita y grandilocuente. Blanca y desnuda se mostraba a mi resecos ojos. Parecía un buen augurio de lo que se viene, como si fueran lo adornos de confeti que uno ve escondidos en esas fiestas sorpresa que tus padres una vez al año te hacen.
No di siquiera tiempo al bus, que ya trescientos metros antes estaba de pie con ganas de bajar.
Ya desde el bus vi a un Maxi gordísimo, acompañado de Anneken. Tenia ganas de abrazar al delincuente este. Es de esas pocas personas que valen la pena.
Durante el viaje de Alicante a Torrvieja ocurrió algo casi simpático. Anya me llama para preguntarme que por donde iba, para así poder calcular si salir a la estación de bus o esperar algo mas.
Pero resulta que yo creía que Maxi vendría junto con Anya, nuestra querida amiga alemana, para finalmente Maxi venir solo con Anneken, Novia con la que Maxi se pasa la vida peleando para después ser feliz como un conejo.
Y claro, esto enojó a Anya y con razón.
Maxi me llama y me dice:”tengo miedo de Anya, me va a pegar, esta enojada” jajajaja!...Al final, el muy carbón solucionó el asunto con una barra de chocolate milka.
Ya con los pies en Torrevieja y vivido ese fugaz momento de reencuentro, nos fuimos a beber. Y bebimos como cosacos.
Me alegro estar bebiendo junto a mis amigos, esa gente que tanto quería ver.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo si algo extraño de Argentina es el tren, sobre todo los viajes que hacía desde baires hasta Mar del Plata... Esa sensacion de libertad que te dá y sobre todo llegar a la feliz, ciudad que amo y que extraño enormemente y que esa sensacion de libertad, de paz, siguiera todo el finde o todo el tiempo que estuviera allí.
Como te envidio lo de los amigos... acá hice nuevas amistades, pero ni de lejos se compara a esas tardes lluviosas de mate y de Sabina, de facultad y de bizcochitos Don Satur, de pizzas y Los piojos en la casa de alguno de los chicos en La Plata...No estoy nostálgica eh??? es que simplemente me acuerdo de las cosas mas bonitas que dejé en Argentina y aunque no me lo creas, tampoco quisiera volver a esas épocas, aunque las añore. Entre la gente de acá es todo mas frio, no está ese "pasate cuando quieras" o "me paso a tomar unos mates" jeje...
Un abrazo.

suciopatan dijo...

como dice una letra de sabina...
"al lugar donde has sido feliz, no pretendas tratar de volver..."

Anónimo dijo...

exacto. yo me di con un canto en los dientes, y dije nunca mas.

suciopatan dijo...

lamentablemente, natalia, los argentinos tenemos el gravisimo problema de ser una sociedad aun inmadura y por tanto no nos gusta respetar las leyes.
Eso hace que muchos argentinos que por diversos motivos tuvimos que irnos de un lugar al que amamos profundamente(y jamas dejaremos de hacerlo), tengamos una sensacion como de no querer pertenecer al sitio de donde venimos.
Hay una pelicula que te puedo recomendar, es "Lugares comunes" con Federico Luppi, donde se ve reflejada la imagen del que se fue del pais siendo un "exiliado economico" (llamado por muchos "vendepatria","traidor", etc etc)encarnado en el personaje del hijo del protagonista...
Hay otra pelicula , creo tambien con F. Luppi, donde despues de mucho tiempo regresa al pais junto a su mujer, dandose cuenta que Buenos Aires ya no era la ciudad que habia dejado ni que su familia tampoco era como la recordaba, provocando en él una angustia que lo hace irse nuevamente. A cuento de hablar de las nostalgias, de esta pelicula (que no recuerdo el nombre) hay una escena que recuerdo donde le preguntan a Luppi sobre qué eralo que mas echaba de menos de Buenos Aires, y él contestaba "los silbidos", decia que la gente aqui en España no silba.
Y si te fijas, tiene razon.Todos tenemos algo pequeño y comun que extrañamos.
Existen muchas cosas que nos hacen extrañar el sitio de donde venimos, pero tampoco podemos dejar que por esa vaga melancolica nostalgia (tan asidua en los argentinos) nos haga olvidar las razones por las que nos fuimos.
No se si aqui la gente es mas fria, pero si es diferente. Los argentinos quizas tenemos un concepto mas italiano, mas pasional, en cuanto a las relaciones personales. Aqui no existen las filosoficas tardes de cafe donde se resuelve el mundo, tampoco aqui se nos ocurre pasar por la casa de un amigo sin antes avisar.
Creo que en parte a toda esta "frialdad" de la que hablas puede ser a que nos tocó vivir en una España que aun esta comenzando a aprender lo que es ser un pais cosmopolita.
Un saludo, Natalia, y gracias por pasarte.