Cuando emprendes un viaje siempre se repite el mismo traumatico viaje hacia el pasado. Desechas partes de tu vida que no necesitas, papeles que te pesan demasiado, telefonos de furcias que supieron impregnar de lujuria tu piel, fotos de gente que no son mas que minutos malgastados, cosas, que a la larga solo sirven de alimento para la voraz nostalgia.
Mientras doblas una arrugada camisa, tus gatos, quien delatados por su mirada relfejan el miedo que sientes, te enseñan que el fracaso es un plato amargo, abundante y mal cocinado. Suspiras como si en casa exalacion se te fuera un trozo de alma.
Cinicamente la vida nos pone en el paredon de fusilamiento en mas de una ocasion, pero quizas por bondad o simplemente por diversion, nos deja una opcion, una direccion a donde correr.
En mi caso, luego de acomodarme la corbata en mas de una vidriera, despues de empapelar mas de un despacho, de frustarme mas de una noche en lo que no se ha podido conseguir, decidi correr al mar, como Alfonsina, como los angeles porteños de finales de los setenta. Deje de embeber de sudor una toalla empapada de intentarlo una y otra vez.
Con el paso acelerado hacia la estacion de tren, intentaba no mirar a mi alrdedor, tan solo fije la mirada en las baldosas que apresurado dejaba atras. Fue la misma sensacion que cuando no puedes mirar a los ojos cuando dices una cruel verdad. Avergonzado no queria admitir mi derrota.
"Uno hacia Neverland, solo ida"; en cinco palabras y una mirada, le explicaba a ese desconocido del otro lado del mostrador que marchaba para no volver. Pago el importe del billete y regreso sobre mis pasos, de fondo, escucho un "Buen viaje", dentro de mi algo espero que ese deseo se cumpla, que al fin pueda tener un buen viaje.
Empaco mis maletas en intervalos que me martillan acusandome de cobarde. Entre camisas arrugadas y librios polvorientos maldigo mi suerte en voz alta, quiero censurar como sea a esa voz que me machaca. Ni tonto ni cobarde, tan solo carente de tiempo, tan solo, carente de una luz en esta cueva abandonada en la que me converti con el paso de los dias sin respuestas.
Dos maletas, una caja con libros y recuerdos, dos gatos y muchas historias vividas, es lo que me llevo a Neverland. En la puerta espera una bolsa azul llena de cosas que prefiero desechar, que espera como lo hace la ultima pagina de ese libro que no quieres terminar de leer.
LLamo a ese taxi que nunca quize llamar. Con mis cosas en la puerta espero lo que nunca quize esperar, miro dentro del piso que fue mi hogar regalandole mi ultimo suspiro, ese que sabe a la resignacion de que no hay marcha atras.
El maullido de uno de mis gatos delata mi huida ante mis vecinos, me obligan a dar luz a una despedida que pretendi abortar desde el primer momento, sin intencion de ser desagradecido, sino mas bien, que no me agradan las despedidas.
Cargo en el taxi todo lo que se viene conmigo, inclusive la desesperanza del fracaso.
Ya en en el anden, con el sol de una humeda mañana leonesa abofeteandome la piel, enciendo un porro.
Cargo como puedo el equipaje en el tren ante la mirada del guarda, quien al ver los cajetines de transporte de los gatos me pregunta por los billetes de los gatos, ante la ausencia de los mismos me da 4 minutos para correr y gastarme los ultimos 20 euros en comprar dos billetes de niño para mis niños.
Pierdo mi mirada en la gente que despide a otra gente mientras el tren comienza el viaje. No hay nadie que sacuda un pañuelo, que derrame una lagrima, o que fije sus ojos en los mios. Asi llegue y asi me voy.
La ciudad con la que vine a boxear me gano este round por falta tecnica, no tuvo cojones a siquiera rozarme la cara. Ha pegado mas de un golpe bajo, mas de una patada en los huevos que el referi de barba blanca no supo ver (o quizas, complaciente dejo que ocurriese). Pero no me ha ganado, no ha podido, al menos haciendolo limpiamente.
Tranquilizando al gato, le dedico a la ciudad la ultima mirada, y la promesa de volver, que nos dejamos muchas cosas pendientes.
Mañana, despertare con resaca en Neverland, donde no queria volver, donde tendre que esconderme a preparar el regreso.
Ironicamente, el equipaje mas pesado esta oculto a la vista de todos, pero bien presente de manera que jamas olvide a la Pequeña Roma.
Atentado en la ciudad alemana de Magdeburgo
Hace 4 días
4 comentarios:
Viajar y equipaje, diría que son sinónimo de mirar atrás, de querer volver.
Me gusta llegar a vuestra recepción. Siempre hay un letrerito que dice que hay agua caliente.
Luis Carlos
colordelamadera.blogspot.com
Hola Carlos, gracias por pasarte por la recepcion!
Es posible que viajar y equipaje sean sinonimos de mirar atras , de querer volver, yo, ne mi particular vision los veo como cambios, como escape, en cuanto a viajar se refiere. El equipaje, es la experiencia que todos llevamos con nosotros siempre, esa pequeña gran carga que aunque nos esforcemos jamas podremos desprendernos de el.
Neverland ha sido y siempre sera un sitio que se guarda entre mi equipaje, pero sin lugar a dudas es un sitio del que quiero salir, en el que no quiero estar ni nunca mas pertencer.
Un saludo Carlos
PS: En esta recepcion siempre seras bienvenido, este hotel no cierra sus puertas jamas a la gente que guste de visitarnos.
Y bueno:
Aquí estoy. Me han dicho que todavía queda agua caliente para la ducha.
Seguiré dándole a la campana
Un abrazo
Luis Carlos
jejeje, paciencia luis carlos, pronto abran nuevos post.
ocurre que se me ha jodido el maldito windows y no puedo recuperar lo escrito, pero estoy en frenetica busqueda de una solucion.
saludos!
Publicar un comentario